¿QUIÉN?
¿Quién? Esa era la
pregunta que la despertaba al alba. Con las dudas asaltándole el corazón,
golpeando sus sienes en cada latido. Se despertaba con el sudor adherido a su
cuerpo y a las sábanas. Con el miedo esparcido por toda la cama.
Se levantó una vez más
sintiéndose presa del pánico, que burlón la esperaba en cada esquina de aquella
casa. La recorrió, contemplando despacio los familiares rincones. Repasando con
la vista los mullidos sillones. Aspiró para tranquilizarse, el olor de tomillo
y romero proveniente de la cocina. Se dejó llevar por el silencio, como si de
un reparador bálsamo se tratara. Todo era paz, quietud, calma y de pronto un
crujido intenso. Un chilló que le heló el alma. Otra vez ella, que venía con
esa incógnita adornándole la boca. Abriéndola
y cerrándola, en ese movimiento macabro donde su voz sonaba ronca.
Aterradoramente conocida y desconocida al mismo tiempo. ¿Quién?